¿Cómo comienza la violencia en el noviazgo y por que las personas permanecen dentro de ellas?
Con el tiempo es posible que el agresor vaya alejando a la víctima de su círculo y que vayan iniciando ciertas conductas agresivas. Estas pueden ser, por ejemplo, mostrar agresividad después de un mal día, al tener mucho estrés o justificarlo por estar atravesando una época complicada. Este cambio en la relación, al darse de manera gradual, puede hacer que sea complicado para la víctima percibir que se encuentra en una relación violenta. Asimismo, este tipo de relaciones no son violentas todo el tiempo, sino presentan dinámicas complejas que dificultan que la víctima deje la relación.
Desde una perspectiva externa puede ser difícil entender por qué las personas en relaciones violentas no terminan con ellas. Aprender sobre el ciclo de la violencia puede ayudarnos a comprender esta situación. Este ciclo consiste en tres etapas por las que atraviesan este tipo de relaciones:
- Elaboración de la tensión. En esta etapa, el abusador tiende a estar enojado, puede tender a la crítica, expresiones de enojo y peleas frecuentes. En esta etapa, la víctima suele sentir que debe de tener mucho cuidado para que su pareja no se enoje más y haya una expresión de violencia más grave.
- La explosión. Una vez que la tensión aumenta, eventualmente explota y aquí es cuando se dan los actos más graves de violencia. Puede involucrar abuso físico, verbal y sexual.
- Fase de la luna de miel. Después de la explosión, el abusador realiza distintas acciones como para reparar la situación. Puede ser pedir disculpas, prometer que nunca más sucederá o que buscará ayuda para controlar su conducta.
Después de la fase de la luna de miel, la relación tiende a mejorar por un tiempo, pero luego la tensión vuelve a aumentar y el ciclo se repite. Con el tiempo, el periodo de luna de miel es más breve y el de explosión más largo. Estas fases pueden durar días, semanas o meses. En la mezcla entre el miedo, esperanza y amor es sumamente difícil dejar la relación. Asimismo, puede haber otros factores que compliquen el dejar la relación. Por ejemplo, la dependencia financiera, las presiones sociales por no terminar una relación, la falta de alternativas de ayuda, el aislamiento en el que suele estar la víctima, el miedo al peligro al que se exponen si dejan a la persona, entre otros factores.
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